La Personería a Colombia Humana ya no le viene al Pacto Histórico

Por: Alfonso Camerano Fuentes

Como al pelao que crece de la niñez a la adolescencia, la sentencia de la Corte Constitucional, reconociendo “Personería” a la Colombia Humana, ya no le viene al Pacto Histórico.

En el Caribe colombiano se dice al joven varón en proceso de crecimiento que está «mamonúo”, significando que al estirarse también se le crecen aquellas como las pepas de la fruta de mamón.

Así le pasa al “Pacto Histórico”, con la Personeria que acaba de entregarle la Corte, con justeza, a la “Colombia Humana”, respaldada en las urnas por más de 8 millones de votos, pero que se convierte, a la larga, en un vestido estrecho, para un proyecto en crecimiento.

Históricamente en Colombia los partidos políticos no han alcanzado mayorías desde sus propias estructuras, por el contrario, el ascenso les viene desde movimientos amplios, con sello “nacional”, desprendiéndose de los estrechos rótulos que los agrupa.

En el siglo XIX, se fraccionaron los partidos recién fundados, por corrientes más amplias; los radicales del siglo, con el Librecambismo; Nuñez, se inventó la “Regeneración”; terminada la guerra de los Mil Días, los conservadores se erigieron en los pregoneros de la reconciliación; Lopez Pumarejo, levantó las banderas de la “Revolución en Marcha”; Gaitan, con el UNIR, primero, y luego, desde la tribuna, identificaba como una sola a las oligarquías “conservadoras y liberales; tuvieron que matarlo en el 48, para quitárselo de encima ; el embuchao’ del Frente Nacional, entre los 50, 60 y parte de los 70, lo montaron Lleras Camargo y Laureano Gomez, para la “convivencia nacional; a Rojas Pinilla, con la Alianza Nacional Popular, tuvieron que robarle las elecciones en el 70, cuando el engaño del Frente Nacional bipartidista hizo agua; Belisario Betancur coronó en 1982, cuando levantó las banderas nacionales sintetizadas en el “sí se puede”; Luis Carlos Galán se rebeló contra el Partido Liberal, con el Nuevo Liberalismo, y aunque regresó, ya en la antesala de la Casa de Nariño, lo eliminaron; la AD M19, se impuso en la Asamblea Nacional Constituyente, con una lista multicolor; Uribe Vèlez, siendo liberal, se hizo a las mayorías proponiendo la intensificación de la guerra, con discurso “godo”, que hizo afirmar al senador conservador Roberto Gerlein que era el “mejor candidato del Partido Conservador”; Santos, se impuso en el segundo mandato con las banderas de la Paz; en fin, no han sido los rótulos de los partidos políticos los que han abierto puertas al triunfo electoral.

La sola propuesta de una lista cerrada tiene corriendo a buena parte de aspirantes al Congreso de la República del “Pacto” electoral, no el “histórico”, para el movimiento “Fuerza Ciudadana”; a los que suma otros aspirantes que pudieron acercarse pero prefirieron quedarse quietos “en primera” en sus toldas partidarias, pero eficientes, por el voto preferente de listas abiertas, venga de donde viniere.

La línea de “hacer mayoría” en el Congreso, empezando por hacerse a un partido político, no es asunto que haya catapultado a los candidatos a la Presidencia; parece, más bien, una
mixtura que “no pega”, y que hace más daño que bien.

En el porro de Juan Piña se dice que “tiene que ver, el caldo con las tajá”, y es cierto; más en política, cuando las puertas de la calle, del garage y del porton hacia el patio presidencial deben estar abiertas; o como dicen los pescadores del Río Magdalena, “la atarraya” está tirada.

Uno de los fracasos más estrepitosos fue el que siguió al 13 de junio de 1971, cuando se erigió en partido la ANAPO de Rojas Pinilla en Villa de Leyva, que movilizó a cientos de miles de ciudadanos entusiastas y enardecidos por el robo de las elecciones al General, “aquel 19” de 1970, pero que, a su vez, marcó su declive definitivo.

Es preferible, aceptar este fallo histórico de la Corte Constitucional, al reconocer a “Colombia Humana” como partido político, con derecho a tener su propia representación, y otorgar los desacreditados “avales”, son hacer de esa Personeria el sastre del candidato Gustavo Petro, porque ese vestido ya “no le viene”.

El “Pacto Histórico” es más grande que cualquier partido que lo pretenda, y en él caben todos los colombianos de bien, sin distingos de banderas partidarias, menos izarle una desde dentro.

El pelao está “mamonúo”

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