Por: Osvaldo de la Hoz Bernal

En 1970 se realizaron elecciones para elegir presidente de la república; dando cumplimiento al Frente Nacional, los partidos tradicionales (liberal y conservador) escogieron al conservador, Misael Pastrana Borrero como su candidato. La oposición, en cabeza de la Anapo, postuló al exgeneral Gustavo Rojas Pinilla. La mayoría de los electores respaldaban a Rojas Pinilla. Ante una eminente derrota los partidos tradicionales postularon a un segundo candidato, un verdadero alfil llamado Evaristo Sourdis Juliao, natural de Sabanalarga, quien aceptó la marrullera misión. La intención era exaltar el regionalismo para quitarle votos en la Costa al exmilitar y así garantizar el triunfo del oficialismo. Al final la jugada no les funcionó y tuvieron que hacer un chocorazo. Pastrana fue elegido, el pueblo se levantó, la Anapo les dio la espalda y de allí surgió el M-19.
Se hace este marco introductorio para hacer un símil con lo que ocurre en la actual jornada electoral para elegir presidente para el periodo 2022-2026.
En la actualidad hay tres candidatos con posibilidades de ganar: Petro, el candidato escogido de la consulta de la «Coalición de la Esperanza» y el ungido de la «Coalición de la Experiencia». Posiblemente al candidato del uribismo le toque participar en la consulta del grupo de los “expertos” dado que todos son uribistas o de la derecha y porque si el C.D. se lanza solo difícilmente llega a la segunda vuelta.
Con este escenario, con poco margen de error, se puede afirmar que Petro está en la segunda vuelta esperando a uno de los candidatos de las otras coaliciones.
Si la segunda vuelta enfrenta a Petro y a la derecha, el primero es el ganador.
Si la segunda vuelta enfrenta a Petro y a Fajardo, este último contará con el respaldo de la derecha y esto puede dificultar el triunfo de Petro.
Pero el propósito inicial de la derecha es impedir que Petro vaya a la segunda vuelta, para eso hay que quitarle muchos votos en la región caribe en donde es muy fuerte. Y es aquí en donde se justifica la postulación de Alejandro Char como candidato a la presidencia. Esta decisión no es autónoma sino producto del acuerdo y la imposición del gran capital, tan es así que, a pesar de haber desmontado su primera postulación, porque no despertó el más mínimo entusiasmo en los electores, se ha visto obligado a candidatizarse nuevamente.
Su nueva postulación sorprendió hasta a sus copartidarios, a contrapelo de su voluntad, pero en defensa de sus intereses, Char lleva sobre sus hombros un pesado fardo; por eso su anuncio no fue con bombos y platillos, sino más bien un “me tocó”.
El sabor de la postulación de Alex Char es el mismo de la arriba comenta candidatura de EVARISTO SOURDIS JULIAO.
El uribismo desea llegar a la segunda vuelta para competir con Fajardo, nunca con Petro. Pensando en esto reviven la candidatura de Char, que, aunque no gane la consulta, podría ser fórmula vicepresidencial. Con esta etiqueta vuelve y juega la intención de quitarle votos en el caribe al orense.
Pero en esta ocasión el más opcionado de los candidatos es un arraigado costeño que sin apellidos de abolengo y sin proceder de acaudalada familia encarna la defensa de los intereses del pueblo de todas las regiones de Colombia. Las veedurías nacionales e internacionales y diversos organismos de control dificultan un chocorazo, además, hoy los líderes populares tienen mayor conciencia de clase.