¿Es posible una nueva guerra fría?

Por: Alejo Vargas Velásquez

Desde el gobierno de Donald Trump fue consolidándose una confrontación, con énfasis en la dimensión económica, entre Estados Unidos y China, nación vista por los primeros como su rival que frenar, al considerarla una amenaza a mediano plazo por el dinamismo de su economía y la utilización de su “poder blando” para ir posicionándose en diversas áreas del mundo. Sin embargo, en la dimensión militar propiamente dicha, es evidente una diferencia marcada entre el poder norteamericano y el chino —por ejemplo, en relación con las cabezas nucleares, el primer lugar lo tiene Rusia, seguido de cerca por EE. UU.y, a gran distancia, China—.

El presidente Joe Biden, especialmente después de la desordenada y poco honrosa retirada norteamericana de Afganistán, continúa en la misma línea, aunque con menor protagonismo mediático y estimulado por varios frentes de tensión especialmente en Asia y particularmente en el denominado Mar de China, con la muestra de poder militar que hizo en las últimas semanas China frente a Taiwán —denominada por los chinos continentales “provincia rebelde”—. Es altamente probable que China espere, que, como sucedió con Hong Kong y los ingleses y con Macao y los portugueses, ya está acercándose el momento en que Taiwán se integre a China —tesis de integración que se promocionaba ejemplificando con los casos mencionados de “un país y dos sistemas”—, pero todo indicaría que la situación con Taiwán puede ser sensiblemente distinta.

No obstante, considero que no es pertinente hablar de una nueva guerra fría por varias razones: la llamada Guerra Fría conllevó una división bipolar del mundo en dos grandes campos, el capitalista, con la superpotencia norteamericana a la cabeza y una alianza militar, la OTAN, que expresaban al grupo de aliados Euroatlánticos, y, del otro lado, el socialista, con otra superpotencia al frente, la Unión Soviética, y su alianza militar, el Pacto de Varsovia. Hoy en día ese mundo bipolar ya no existe y estamos más próximos a un escenario multipolar —en la línea que imaginaba el exsecretario norteamericano Henry Kissinger en la posguerra—, con tres superpotencias globales: Rusia, Estados Unidos y China, y una serie de potencias regionales: Irán, Turquía, la Unión Europea, Arabia Saudita, India, Japón, Pakistán, para mencionar las más relevantes, pero no parece existir interés en agruparse en dos nuevos campos de confrontación global.

Quizá no sea de mucha utilidad seguir usando denominaciones del pasado reciente, como guerra fría, y debamos pensar en nuevos campos de alianzas, que probablemente van a ser más fluidas; no es claro que ahora la Unión Europea, con un trato relativamente despectivo de los norteamericanos, esté dispuesta a ser parte de bloques homogéneos, y menos con el ascenso de una nueva oleada de gobiernos socialdemócratas, como parece ser la nueva realidad política europea, ni es tan evidente que Rusia esté en disposición de una alianza militar con China, cediendo en sus aspiraciones de recuperar su poder de gran potencia. Y algo similar sucede en los demás casos.

Tendremos durante un período —¿un quinquenio o una década?— unas tensiones en la región de Asia y del Indo-pacífico entre China y los Estados Unidos, con una creciente rivalidad económica, pero en la medida en que vaya decantándose la situación de crecimiento militar de las grandes y medianas potencias, su consolidación económica y sus influencias regionales y globales, podremos definir con mayor claridad si se establece el mundo multipolar previsto por algunos analistas o un poder hegemónico global.

Pero todo ello, por el momento, está por evolucionar y definirse.

*Profesor de la Universidad Nacional

Un comentario sobre «¿Es posible una nueva guerra fría?»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *