Por: Pedro Lara Castiblanco
El show continua.
Uribe seguirá en calidad de imputado, como cualquier peatón, en el proceso que se le sigue por presunto soborno a testigos y fraude procesal.
Y continuará así, porque la Corte Constitucional le dijo NO a la pretensión de tumbar mediante una tutela la vinculación del ex Presidente al proceso penal, en calidad de imputado, hecho que a los ojos de otros colombianos comunes y silvestres representa una actuación correcta por parte de la Corte, ya que, tomando distancia de los tecnicismos jurídicos, el señor Uribe es sujeto de un proceso que debe ser igual al de cualquier otro ciudadano.
Este proceso y el boom que lo rodea, con su ola impresionante de presiones y pasiones, está creándole al país un ambiente similar al de las películas, en el que la responsabilidad o culpabilidad del acusado pasan a un segundo plano, mientras los abogados, los acusadores, los defensores, los jurados y los togados se toman el protagonismo y arman el show.
Con ese panorama como telón de fondo los colombianos estamos asistiendo a la dramatización de un caso que a nuestro modo de ver ha ido desnaturalizando el Derecho, por el único y exclusivo hecho de que el inculpado, acusado, imputado o como se le quiera llamar, es un ex Presidente de la República y además ex Senador por voluntad propia y por un acto de «astucia» para burlar a su juez natural, buscando en las capas inferiores del poder judicial el clima propicio para su «juzgamiento».
El tema ha creado «consternación» (que término tan sobrecogedor) en los medios políticos y en las altas esferas del país, que hoy se ocupan de señalar o defender a los protagonistas del show, dejando de lado los oficios que el país reclama, frente a la crisis humanitaria (esa si sobrecogedora) que tiene consternada a toda la nación afectada por el desempleo y el hambre.
Lo del show mediático del proceso de Uribe, como en cualquier partido de fútbol, deja un marcador de 5 a 4, alrededor del cual los perdedores (Uribe , sus defensores y sus aúlicos de cabecera) han comenzado a armar una alharaca que debe tener con los nervios de punta, muy asustado y tembloroso al árbitro del partido que no es otro que el Juez que debe continuar el proceso.
Con esos ingredientes el show continúa. ¿Usted que final le dará a esta trama, rodeada de las tramoyas urdidas por el Fiscal-Defensor de Uribe?